La Residencia Pedagógica en la
formación docente es fundante de la identidad profesional. Durante esta etapa se
conjugan los proyectos personales, los mandatos sociales y familiares, los proyectos
institucionales y curriculares, hay una encrucijada de miradas, intencionalidades, rutinas
y convenciones que se desarrollan en un escenario singular -el aula y la institución –.
En ella se pone en juego toda la formación inicial, no como una aplicación de
conocimientos, sino que éstos se resignifican según las características de alumnos, las
del grupo, de la escuela, del área curricular. Se hace presente la complejidad,
dinamismo y construcción constante de la práctica pedagógica, demandando de quién es
el responsable respuestas adecuadas, críticas, creativas y coherentes, respuestas que se
logran a partir de procesos de autoevaluación y de reflexión. Procesos que incorporados
al quehacer docente se constituyen en la piedra fundamental de construcción de la
identidad profesional.
El practicante maestro conjuga no sin esfuerzo y con una buena cuota de
incertidumbres e inseguridad sus proyectos personales, mandatos sociales y familiares,
expectativas institucionales y curriculares. Es una etapa de la formación docente en la
que la encrucijada de culturas, prácticas, rutinas y acuerdos aparecen en el escenario del
aula y de la institución en la que se encuentra como practicante. Escenario en donde
tiene que dar cuenta de ser competente para enseñar, mediar y orientar el aprendizaje de
los alumnos, conocer y cumplir con pautas y mandatos institucionales, relacionarse con
docentes, padres y demás personal de apoyo de la escuela, estar dispuesto a trabajar en
equipo, a elaborar propuestas pedagógicas innovadoras y adaptadas a las características
de alumnos, de la escuela, del área curricular y de los lineamientos pedagógicos y
didácticos que la docente del aula ha establecido, es más a todo esto también debe
responder y satisfacer las expectativas que la institución formadora ha depositado en él y
al cumplimiento de plazos y pautas requeridos de la misma. Los/ las practicantes
maestros viven y experimentan diferentes procesos de construcción del oficio docente y
lo hacen en un interjuego de roles y de situaciones.
El practicante desempeña un doble rol, es estudiante y a su vez es
docente. Desde esta singularidad y a la vez complejidad, desde los esquemas teóricos y
las representaciones sociales sobre la escuela, los alumnos y el docente, se incorporan a
una institución que posee una cultura cargada de significados, sentidos y simbolismos,
surgidos del entorno social, de su identidad e historia, de expectativas y demandas, de proyectos y visiones, de urgencias y necesidades, de políticas educativas y emergentes
cotidianos.
Como profesores de práctica percibimos desde
nuestro lugar sus inquietudes e incertidumbres e intentamos cambiar y transformar esta etapa, que para algunos es vivida como el último obstáculo a superar, en un espacio de vivencias, de aprendizaje,
de construcción de conocimiento profesional docente, de construcción del oficio. Considerar que la “práctica docente” se transita a partir de la reflexión sobre la
misma, a partir de procesos de autoevaluación y de metacognición permite superar temores y asumir la misma como una instancia de construcción de la identidad
profesional.
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