martes, 24 de junio de 2014

COMPETENCIAS PROFESIONALES DOCENTES

SABER HACER – SABER ESTAR – SABER SER


- Aman la vida, la suya y la de los demás.
- Aman su oficio, lo cultivan y lo valoran aun en condiciones de adversidad.
- Se ocupan de estudiar constantemente la ciencia que enseñan pues saben que los alumnos necesitan ser invitados a conocer una ciencia y no una falsificación de ella.
- Conocen los objetivos de la escuela y los asumen. Están contentos de trabajar en la escuela.
- Creen en el valor de una buena relación interpersonal y se empeñan en vivir según esa creencia. También aceptan de buena gana la ayuda que se les ofrece y prestan ayuda cuando se les pide.
- Programan y desarrollan el aprendizaje junto con sus alumnos y, cada vez que es posible con los padres.
- Entienden su oficio como el de suscitar un sentido positivo de la vida y un entusiasmo por el aprendizaje y profundizan constantemente este sentido.
- Perciben los contenidos de enseñanza como medios y no como fines; y por eso no definen su trabajo como el de pasar materias, sino el de generar aprendizajes.
- Nunca enseñan nada en un nivel en que los alumnos no puedan aprender. Ligan siempre su enseñanza al mundo de experiencias del alumno y, desde ahí, lo desafían a crecer más.
- Se comprometen con el aprendizaje de todos los alumnos que les han sido confiados. Se sienten profesores de los alumnos que les tocaron y no de los que les habría gustado tener.
- Nunca hacen ellos los que los alumnos pueden hacer por sí solos. Ellos no son hacedores de clases. Son los conductores del trabajo del curso. Su misión es asegurar que en el curso se creen condiciones positivas de aprendizaje para todos. Ellos harán su parte, los alumnos la suya, los padres la suya.
- Unen, sin trizadura, el aprendizaje del saber y el aprendizaje de ser hombre, los latinos decían que no se aprende para la escuela sino para la vida, el saber vivo, y se aprende para vivir, para vivir mejor la vida humana, para ir ganando espacios a la muerte, para ir erradicando toda forma de indignidad humana, para ir construyendo una sociedad en que todo hombre pueda vivir según su vocación.
Castillo. G. (1987). La Calidad de la Educación en la Escuela. Chile


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